En reciente gira internacional, Dudamel mostró la calidad musical de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar, pero esta vez lo hizo en casa, para estrenar el Centro de Acción Social por la Música, ubicada en Quebrada Honda, Caracas.
Los muchachos de la orquesta se pasearon por un repertorio variopinto. Primero por el Preludio Triunfal para Órgano y Orquesta, de Camile Saint Säens; Obertura Solemne 1812, de Piotr Illich Tchaikovsky; Danzón Cubano, de Arturo Márquez; y Fuga con Pajarillo, de Aldemaro Romero.
Las dos primera piezas mostraron la calidad interpretativa de la orquesta por la música que comúnmente se le denomina “clásica”, para luego pasar al terreno de la fusión con los ritmos cubanos y venezolanos.
Si bien la fiesta ya había comenzado con la fuerza que imprimía Dudamel a su batuta, se puso mejor cuando los tambores repicaron en la pieza Congo del Fuego Nuevo, de Arturo Márquez, y con la interpretación de Contrapunto de secciones, de Felix Mendoza (músicos de la orquesta).
Los muchachos se paraban de sus asientos con sus instrumentos en mano para gritar: “uno... dos... tres... maaambo”, y volvían a su puesto para continuar interpretando Fiesta de Mambo, de Dámaso Pérez Prado, con una sonrisa que contagiaba a los asistentes y a quienes vieron el concierto a través del canal estatal Venezolana de Televisión.
Dudamel tuvo que deleitar en dos oportunidades por insistencia de los aplausos del público. Primero lo hizo con Alma Llanera, que dirigió con la gracia distintiva de este joven director que ha sido elogiado mundialmente.
Nuevamente, Dudamel regresó al escenario para volver con la pieza del Rey del Mambo, Pérez Prado.
La música que estos muchachos dejaron en el ambiente no nos deja de sorprender, y es por ello que podemos entender la gran aceptación que ha tenido nuestro sistema de orquestas infantiles y juveniles a nivel mundial. Los elogios y aplausos se quedan cortos.
Foto: Maiquel Torcatt, ABN