18.5.08

Los que perdí, los que gané

Las mudanzas y los amigos han sido los factores fundamentales de que haya perdido algunos libros. Aún guardo en la memoria sus títulos y cierta noción de lo que trataban. Desde hace tres años mantengo la sospecha que en la última mudanza dejé una caja de libros en el camión que transportó toda la casa. No sé por qué aún pienso que en ella se encontraban: Entre Marx y una mujer desnuda, de Jorge Enrique Adoum; Difuntos, extraños y volátiles, de Salvador Garmendia; Itzam Na, de Arturo Arias; Esta maldita lujuria, Antonio Elio Brailovsky; y La oreja de Van Gogh, de Moacyr Scliar.

A varios amigos presté Jonás y la ballena rosada, de José W. Montes; La narrativa de Gabriel García Márquez: Edificación de un arte nacional y popular, de Angel Rama; Leviatán, de Paul Auster; el primer tomo de El cuarteto de Alejandría: Justine, de Lawrence Durrell; Un amor en Bangkok, de Napoleón Baccino Ponce de León; y Analógico y digital, de Otl Aicher. Estos son los que recuerdo, por ahora, y no creo que los llegue a recuperar. Quizá un par de ellos, el primero y el último de esta lista. También perdí la página 9 y 10 de La ciudad de cristal, de Auster, que es como perder el libro completo.