9.12.12

Los dinosaurios llamamos la atención en ocasiones


Su voz es inconfundible en la radio; está asociada a la música rock y es la imagen sonora de cadenas televisivas hispanas. Fue una suerte de aprendiz de Juan Pablo Pérez Alfonso. Confiesa que Federico Nietzsche es uno de sus filósofos preferidos y que escribe para que la gente se ría

por Raúl Cazal. Fotos: Avelino Rodrigues



Es un poco más de las 11 de la mañana. Iván Loscher termina sus casi dos horas de locución acompañado de Polo Troconis, en un programa radial que transmite entre semana Éxitos FM. Al bajar por las escaleras del área donde se encuentran los estudios, después del saludo, dice que ya regresa. Va a encender un cigarro a las afueras de las instalaciones. La recepcionista amplía con una sonrisa y sin reproches: “No puede evitarlo. Lo hace todos los días hasta dos veces. Baja los dos pisos y los vuelve a subir como si nada”.

6.12.12

Identificación, memoria y el espejo hacia adentro en Todo tiene su final


II Congreso Crítico de Narrativa Venezolana

Ponencia

IDENTIFICACIÓN, MEMORIA Y EL ESPEJO HACIA ADENTRO 
EN TODO TIENE SU FINAL, DE RAÚL CAZAL

Profesor Héctor León García

Porlamar, 2012
                                                                              
 

Belkis, Rogelio y Derlis recorren los bloques, las casas y el espacio de la cañada del 23 de enero, uno de los barrios más emblemáticos y populares de Caracas, en un eterno des(encuentro) con la vida y con la muerte todos los días. Nada extraña, todo pasa o puede pasar. Es el sitio ideal de los azares, es la forma habitual del quehacer diario, es el nudo de la mañana, de la tarde y de siempre, en fin, es el barrio caraqueño, ¡Ah! Y es la salsa, la de Fania  –¿hay otra?–, la de los setenta, la dura, la brava, que hace la vida, es el gran Maelo, el Lavoe, el sonido bestial del Richie Ray, y la rumba que engalana las casas, los bloques, los ranchos. Como el título del libro a ser comentado, todo tiene su final, porque el día es el final, o la noche, y “nada dura para siempre”.
    
El texto de Raúl Cazal (1992) explora el barrio, su lenguaje, la periferia pues, y asume su existencia que hace propia, su integración y por supuesto la memoria del otro, que soy yo y eres tu y nosotros, protagonistas de la rumba eterna y peligrosa de las barriadas caraqueñas y su ley.