24.11.07

Misión Música se estrena con Tchaikovsky, tambores, fuga de pajarillo y mambo

Con música de Piotr Tchaikovsky, Aldemaro Romero y Dámaso Pérez Prado se lanzó la Misión Música en un espectáculo que no parecía terminar por los aplausos, vítores y pedidos del público para que la música continuara bajo la batuta de Gustavo Dudamel.

En reciente gira internacional, Dudamel mostró la calidad musical de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar, pero esta vez lo hizo en casa, para estrenar el Centro de Acción Social por la Música, ubicada en Quebrada Honda, Caracas.

Los muchachos de la orquesta se pasearon por un repertorio variopinto. Primero por el Preludio Triunfal para Órgano y Orquesta, de Camile Saint Säens; Obertura Solemne 1812, de Piotr Illich Tchaikovsky; Danzón Cubano, de Arturo Márquez; y Fuga con Pajarillo, de Aldemaro Romero.

Las dos primera piezas mostraron la calidad interpretativa de la orquesta por la música que comúnmente se le denomina “clásica”, para luego pasar al terreno de la fusión con los ritmos cubanos y venezolanos.

Si bien la fiesta ya había comenzado con la fuerza que imprimía Dudamel a su batuta, se puso mejor cuando los tambores repicaron en la pieza Congo del Fuego Nuevo, de Arturo Márquez, y con la interpretación de Contrapunto de secciones, de Felix Mendoza (músicos de la orquesta).

Los muchachos se paraban de sus asientos con sus instrumentos en mano para gritar: “uno... dos... tres... maaambo”, y volvían a su puesto para continuar interpretando Fiesta de Mambo, de Dámaso Pérez Prado, con una sonrisa que contagiaba a los asistentes y a quienes vieron el concierto a través del canal estatal Venezolana de Televisión.

Dudamel tuvo que deleitar en dos oportunidades por insistencia de los aplausos del público. Primero lo hizo con Alma Llanera, que dirigió con la gracia distintiva de este joven director que ha sido elogiado mundialmente.

Nuevamente, Dudamel regresó al escenario para volver con la pieza del Rey del Mambo, Pérez Prado.

La música que estos muchachos dejaron en el ambiente no nos deja de sorprender, y es por ello que podemos entender la gran aceptación que ha tenido nuestro sistema de orquestas infantiles y juveniles a nivel mundial. Los elogios y aplausos se quedan cortos.

Foto: Maiquel Torcatt, ABN

15.11.07

España, aparta de mí a este rey

España siempre me trae a la memoria los versos de Miguel Hernández, especialmente aquella elegía a Ramón Sijé, quien murió como el rayo en la guerra civil española. También rememoro los cantares de Antonio Machado, en cuyos versos cualquier ciudadano del mundo puede pronunciarlo como suyo.

En esas tierras, León Felipe quedó a la espera de que El Quijote le hiciera un sitio en su montura; las huestes fascistas dispararon contra el cuerpo de Federico García Lorca; mientras Dolores Ibárruri, La Pasionaria, en Madrid gritaba la consigna "No pasarán".

Siempre tengo presente el Guernica de Pablo Picasso, la poesía marinera de Rafael Alberti y las canciones amorosas de Joan Manuel Serrat. Eso me trae a la memoria ese país, así como los versos de España, aparta de mi éste cáliz, del poeta peruano César Vallejo, pero lo que no recordaba es que allí se vive aún bajo un sistema monárquico y que tienen un Rey que la única frase que se le ha visto pronunciar en más de 50 años es mandar a callar a un presidente que no es vasallo de ningún imperio.

El Rey Juan Carlos I de Borbón ha abierto la boca y los súbditos se han puesto de pie juntillas para defenderlo de sus ataques. Hasta una de las chicas de Almodóvar, Miguel Bosé -como diría Sabina-, se ha enojado con Hugo Chávez por su "comportamiento" -o controversia que nunca existió- para con el Rey.

Los medios privados, como era de esperarse, han tergiversado nuevamente los hechos y vanalizado el asunto como que si lo ocurrido se arregla con una lectura veloz del manual de Carreño antes de asistir a una reunión donde hay un jerarca al que todos deben rendirle pleitesía porque así lo quiso el general Francisco Franco.

Ese es el problema de sentarse en una misma mesa con un Rey que representa el colonialismo y, definitivamente, no hay otra manera de comportarse, si es que de comportamiento se trata, cuando hay que recordarle que nuestros pueblos han sufrido más de 500 años de saqueo y que no pretendan mantenerlo, porque "la cosa no es como antes", como reza una salsa de Ismael Miranda.

Tal ojeriza imperial en una cumbre no hizo más que poner al descubierto la verdad que se esconde tras sus sonrisas dignas de fotografías para la revista Hola. También se demostró lo que sabíamos, que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, no es "socialista" ni "obrero", así su partido político enarbole dichas palabras, mucho menos cuando defiende a un fascista y guerrerista como José María Aznar y baja la cerviz ante su Rey.

España cayó a pesar de los versos de Vallejo; por Madrid pasaron los fascistas hace casi 70 años y echaron abajo la República española; mientras, el Guernica desde hace décadas se exhibe, por esas contradicciones ideológicas que nunca entenderemos, en el Museo Reina Sofía. Es por ello necesario recordarle a los respresentantes del colonialismo, así sean españoles, rey incluido, que en Latinoamérica las cosas están cambiando, por si no se han enterado.

Raúl Cazal

7.11.07

Reforma para reformistas

No podría decir con certeza cuándo entendí que las revoluciones no se decretan y que hacerlas es mucho más complejo que intentar tomar el cielo por asalto. También comprendí hace bastante tiempo que no había un sólo camino para obtener el triunfo y que las revoluciones no necesariamente portan banderas rojas e ideales socialistas.

Desde que Hugo Chávez llegó a la presidencia, en 1998, comenzó a hablar sobre la Revolución Bolivariana y, una vez que entramos en el nuevo milenio, colocó un tema para la discusión: el socialismo del siglo XXI. Y todo esto lo hizo con un discurso singular, en donde el pueblo se sentía expresado y porque fue la chispa para una nueva forma de entender la realidad nacional y latinoamericana. Es por ello el apoyo popular que hoy tiene el presidente Chávez y que se expresa no sólo en encuestas, sino también cada vez que se llevan a cabo comicios.

Ahora estamos convocados al 2 de diciembre para aprobar la reforma de la Constitución Bolivariana mediante un referendo y Chávez nuevamente da un giro con lo que históricamente entendemos por “reforma”, especialmente para quienes somos de izquierda.

Ser reformista siempre fue un término peyorativo y fue utilizado para diferenciarnos de quienes optábamos por los cambios radicales, por los que siempre soñamos con hacer la revolución. Pero qué paradoja; los reformistas de hoy son los revolucionarios porque hacer una reforma constitucional tiene signos de profundización, en este caso, de la Revolución Bolivariana.

Los cambios se han dado paulatinamente en Venezuela y cada intento por modificar los modelos, relaciones y estructuras de poder, ha tenido una virulenta reacción por parte de los sectores más conservadores de la sociedad venezolana. Especialmente, si el cambio es de un modelo de sociedad capitalista por uno socialista, como está planteado en la reforma constitucional. Es por eso que es importante que todos los sectores de la sociedad participen en la discusión sobre la sociedad que queremos.

Extrañamente la propuesta de hacer la reforma ha puesto en duda las convicciones de algunos compañeros y compañeras que han apoyado la Revolución Bolivariana, especialmente después del llamado del ex ministro de Defensa Raúl Isaías Baduel a votar por el No. Algunos no ponen en duda la propuesta del presidente Chávez, pero sí los artículos adicionales que propone la Asamblea Nacional. Unos por desconocer el contenido, otros porque no se sintieron partícipes en las discusiones o porque se aprobó rápidamente para llegar a tiempo a la entrega de la propuesta al Consejo Nacional Electoral (CNE) para que el primer domingo de diciembre estemos nuevamente frente a las urnas electorales.

Puedo entender algunas de sus dudas, sobre todo por las formas en que se ha realizado la discusión y aprobación de los artículos, pero la Constitución es tan sólo el retrato de los cambios que vivimos en Venezuela. Ahora, lo que está en juego es la Revolución Bolivariana y lo que tenemos por delante es construir una sociedad socialista, además de aprobar la reforma.

ABN