18.3.11

Valijas made in USA


Los que abrieron la “valija diplomática” del gobierno de Estados Unidos en Argentina no tuvieron la misma suerte que María del Luján Tepuk —la que “descubrió” la del venezolano Antonini Wilson—, porque en lugar de recibir propuestas para salir en la revista Playboy, como sucedió con Luján, han sido sometidos al escarnio público por el emporios comunicacionales de Clarín y el periódico La Nación.

Estos medios de comunicación se plegaron a la postura del Gobierno estadounidense una vez que se enteraron que las autoridades argentinas habían revisado las cajas —lo que eufemísticamente se llama “valija diplomática”— en las cuales Estados Unidos pretendía introducir de manera subrepticia casi mil pies cúbicos de material que no figuraba en la declaración de ingreso a ese país. El canciller argentino Héctor Timerman aclaró que todo lo que estaba detallado en la lista de ingreso al país, recibió la autorización de entrada. Sólo retuvieron los “armamentos, drogas psicotrópicas y estupefacientes, así como varios elementos de almacenamiento de datos rotulados como secretos, instrumentos para el control de comunicaciones y emisiones de señales, y manuales operativos” que no fueron avisados oficialmente, así como “un baúl con medicamentos vencidos”.

Esta vez no hubo grandes despliegues para que se rompieran las relaciones con EEUU, sin embargo, los primeros tres días después de descubierto el cargamento que los estadounidenses intentaron ingresar burlando los mecanismos de seguridad aduanera el 10 de febrero, estas relaciones fueron consideradas como “muy tensas” por el diario Clarín . El tema lo mantuvieron tan sólo lo necesario, como para que la presidenta Cristina Fernández “entrara en razón”, desistiera de la investigación, mientras éstos apoyaban la posición del Departamento de Estado de Estados Unidos que pedía al gobierno argentino la devolución inmediata del contrabando confiscado por las autoridades aduaneras.

Todo lo contrario fue el tratamiento que estos medios le dieron al caso Wilson y, en ese momento, colocaron toda su artillería contra Venezuela hasta pedir, incluso, que cesaran las relaciones diplomáticas, incluidos los acuerdos comerciales, por un acto ilícito de un ciudadano venezolano que, inmediatamente después de haber salido del país, se refugió en Estados Unidos y desde ese momento pasó a ser protegido por el FBI.

En nuestro patio, casi nada reprodujeron los medios privados que están aliados con los respectivos medios argentinos, bien sea a través de la Sociedad Interamericana de Prensa o del Grupo de Diarios América (GDA), pero cuando su interés es el derrocamiento o caída de quienes adversan políticamente, como son los gobiernos de Fernández y de Chávez, se unen en una misma agenda y generan un laboratorio de guerra mediático para criminalizar a sus enemigos y victimizar a quien cometió el delito. Muestra de ello fue el caso de los 800 mil dólares de Wilson y su maletín —o valija, como se le llama en el sur.

Esta vez, “La valija de Obama”, como la llamó el diario argentino Página 12, no tuvo mayores repercusiones informativas en Venezuela. Al parecer, los ciudadanos venezolanos no merecen conocer de lo que es capaz de hacer el gendarme del mundo. Este es el segundo cargamento militar que el gobierno argentino impide que penetre en su país en menos de un año y seguramente no será el último, pues para EEUU es imperioso que sus militares estén apertrechados dado que, según el estudio “Cultura Estratégica” realizado por Centro de Investigación Aplicada de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés) asociado con el Comando Sur de Estados Unidos, “el uso de la fuerza como una de las herramientas del gobierno parece cosa del pasado [en Argentina]”, revela el informe de 2010.

EEUU extraña el “uso de la fuerza” en los países latinoamericanos que han decidido soberanamente por un cambio político, económico y social. Es por ello que los gobiernos, como el de Argentina, están alertas con las valijas made in USA.


Raúl Cazal

Le Monde diplomatique [edición venezolana]
Marzo 2011. No. 24

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