Guadalajara, 28 de Nov. (ABN).- La novela Las memorias de Mamá Blanca, de Teresa de la Parra, no es un cuento para niños como muchos deben pensar gracias a las lecturas que se imponen en la edad escolar en Venezuela.
La autora de Ficciones fundacionales. Las novelas nacionales de América Latina, Doris Sommer tiene como libro de cabecera Las memorias de Mamá Blanca. Es catedrática de Lenguas Romances y Literatura y directora del programa de estudios de postgrado en español en la Universidad de Harvard, EEUU, y presentó su libro en la 19 Feria Internacional del Libro Guadalajara 2005.
Sommer considera que es un error obligar la lectura de Las memorias de Mamá Blanca, de Teresa de la Parra, a niños que van a la escuela porque sus textos son ironías que juegan con los desechos de la literatura infantil.
Recuerda la catedrática de Harvard la escena trivial y cotidiana donde la protagonista de apenas cinco años de edad, Blanca Nieves, única hija que tiene el cabello negro y lacio, le exige a su madre que le narre historias mientras le riza el pelo frente al espejo. Pero hay un detalle que no hay que obviar, las historias son contadas a su antojo, recreando finales y cambiando personajes de cuentos como La bella y la bestia.
“Este pasaje es la escena de la creatividad latinoamericana. Uno toma materiales de cualquier lugar y los formula, reformula y cambia a su gusto. No es una imitación la literatura latinoamericana, sino un constante jugar con los desperdicios culturales del mundo”, reflexiona Sommer.
Las memorias de Mamá Blanca no se encuentra dentro del canon de las novelas fundacionales porque “es una novela que ironiza los temas minimizando el patriarcado, especialmente, con un sentido de humor muy fino”.
“Pobre papá, hacía el papel ingratísimo de Dios”, cita de memoria y se alegra por conseguir las palabras exactas.
“El padre de Blanca Nives daba órdenes y nadie le hacía caso. Ese tipo de ironía fina y aparentemente cotidiana se lee en esta novela”.
Las novelas fundacionales de mediados del siglos XIX y principio del XX, como María, de Jorge Isaacs, en Colombia , Amalia, de José Mármol, en Argentina, y Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, en Venezuela, se esmeraron en “fijar significados, roles, proyectos, porque necesitaban promover una sociedad moderna” y establecer los símbolos de una nación.
Sommer contrapone a Gallegos y a De la Parra para reafirmar que en las novelas fundacionales no existen la ironía y se preocupan esencialmente por hacer campaña en favor de la modernidad y del positivismo.
Mientras Gallegos en su novela dice “esto es mío y esto es tuyo; esto es masculino, esto es femenino; no se dice huá, se dice hay”, recuerda Sommer las lecciones de gramática a Marisela en Doña Bárbara, De la Parra “disfruta el desencuentro entre la palabra y el referente”.
“Mamá regaba nombres que no tenían nada que ver con sus hijos. A mí me tocaba Blanca Nieves, yo que era la más morena”, recita con avidez la catedrática e interpreta que De la Parra propone la libertad de no estar atrapados en un nombre.
“Una sola vez tuvo razón mamá, cuando llamó Aurora a la más joven y no sobrevivió a los siete años”, vuelve a recrear en voz alta el texto de Mamá Blanca.
Ficciones fundacionales fue presentado este domingo por Carlos Monsiváis en la FIL Guadalajara 2005. Es su primer libro traducido al español bajo el sello del Fondo de Cultura Económica en diciembre de 2004. La primera edición realizada en 1993, tuvo el respaldo de las ediciones de la Universidad de California, EEUU.
1 comentario:
eso es muy largo y no me sirve yo pienso que esa novela es muy buena estendido
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