27.6.09

De las reivindicaciones colectivas de periodistas a la defensa de dueños de medios


La salida de la primera edición del Correo del Orinoco, el 27 de junio de 1818, es motivo de conmemoración del Día del Periodista en Venezuela y de un debate sobre el papel que ha cumplido este gremio en esta última década.

Eleazar Díaz Rangel es de los periodistas que siempre está vinculado a esta discusión sobre la ética del periodista. Fue el último presidente de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP, 1966-78) y uno de los propulsores de la Ley del Ejercicio del Periodismo y creación del Colegio Nacional de Periodistas (CNP) a finales de los años 70 del siglo XX. Con estas cartas de presentación, que pudiera extenderse con los títulos que ha publicado, hace un poco de historia sobre el papel gremial de esta asociación.

Si bien sus siglas han quedado en el nombre del cafetín de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), ésta institución que desapareció hace más de tres décadas hoy es recordada por el contraste de las funciones que cumple la actual CNP, al que Díaz Rangel llama “Colegio”.

“La imagen de la actividad en la AVP quedó muy presente frente a las del Colegio, pareciera que ésta no pudo heredar todo lo que era el prestigio de esas siglas, que le entrega 20 edificios o casas producto de sus luchas”, recuerda el autor de La prensa venezolana en el siglo XX.

La unidad gremial de la AVP

La AVP nace en marzo de 1941 con una primera reunión promovida por Francisco J. Ávila. “En ese momento no se llamó de esa manera. Después, en agosto, en una asamblea acuerdan su fundación y nombran de presidente a Manuel V. Pocaterra”.

Regía la presidencia de Isaías Medina Angarita con un Gobierno “respetuoso de las libertades, entre ellas, a la prensa”.

“No se conocen hechos de agresiones a la prensa o limitaciones a la libertad de informar o de opinar durante el gobierno de Medina Angarita y eso sorprendió mucho porque él tenía fama de ser un militar fascista. Estábamos en la época de la Segunda Guerra Mundial, donde gobiernos de América Latina tenían cierta tendencia de apoyar a Alemania. Pero es el presidente que legaliza al Partido Comunista”.

Después, con la caída del presidente Rómulo Gallegos (1948) se agudizó la crisis política que devino en restricciones a la libertad de informar. En dos oportunidad Marcos Pérez Jiménez, miembro de la Junta Militar, advirtió a El Nacional, al suspender su edición diaria, retirar a Miguel Otero Silva de la Jefatura de Redacción y al columnista adeco Luis Esteban Rey, entre otros. “El Nacional tuvo que acceder a eso porque de otra manera no lo hubieran dejado salir”, cuenta Díaz Rangel.

“A raíz de este control férreo que tenía la dictadura, algunos periodistas evitaron la censura y se dedicaron a fuentes que no tuvieran que ver con la política, como fue el caso de Arístides Bastidas, que llevaba la fuente de los sindicatos y al ser disueltos, después de la huelga petrolera de 1950, él se orientó hacia el periodismo científico y fue uno de los pioneros de esa especialización en el periodismo. Otra expresión de esa época es el desarrollo de las páginas deportivas”.

El gobierno imponía la agenda informativa, pero “la única organización que no controlaba el gobierno era la AVP. Más bien la respetaba porque a todas las demás la controlaba o la desaparecía. Incluso, cuando se inauguró la Casa del Periodista, en 1956, Pérez Jiménez fue a inaugurarla y se le puso condiciones o, más bien, expresaron su deseo para no politizar el acto: que no hablara nadie del Gobierno”.

En 1952, en una asamblea la AVP aprueba pedir la libertad de prensa. “En ella es donde se dio a conocer Fabricio Ojeda, no sólo por su posición tan firme sino por su capacidad de oratoria. La asamblea fue disuelta por la Seguridad Nacional, que era una policía política muy represiva y que tenía miles de informantes en todo el país”.

La mayoría de los periodistas eran gente de oposición a la dictadura de Pérez Jiménez, pero sus conductas no la podían expresar en los periódicos. Y para mantener unido al gremio, la AVP generó actividades sociales y deportivas. Antes de la caída de Pérez Jiménez, fue la única institución que firmó un documento que los intelectuales hacían circular clandestinamente contra la dictadura.

“La AVP tenía además de unidad, fuerza, tanto que cuando estuve preso durante el gobierno de Raúl Leoni ellos hicieron una campaña por mi libertad. Y no era una agrupación de comunistas, allí estaban también adecos. Pero lo importante es que se ocupaba de sus agremiados, de su mejoramiento económico y profesional, y también se ocupada de los temas más relevantes del país”.

De la AVP al Colegio

Cuando entra en funciones el Colegio se aprueba su código de ética en su primera convención y vigila el cumplimiento de esas normas. Había un organismo que se llamaba Tribunal Disciplinario que examinaba cuando había violaciones al código.

“Hoy el tribunal disciplinario no funciona en absoluto. Es que no puede funcionar”, reflexiona Díaz Rangel, porque “gradualmente la vigilancia de las normas éticas ha ido decayendo. Y eso se hace agudo en lo últimos años hasta el punto que no recuerdo ninguna sentencia de violación al código de ética”.

–¿A qué se debe la pérdida de la fuerza moral del CNP?

–Creo que la confrontación que hay en el país se expresa en el Colegio.

–¿No existía esa división antes?

–Si, pero es una división política que se expresaba cada vez que votaba. Terminada la votación no había ninguna expresión respecto a los resultados y eso ocurría porque la directiva estaba integrada por las tendencias proporcionales donde dominaba la izquierda. Ahora, con el tiempo, las divisiones se hicieron más agudas y fue imposible que estuvieran unidas en la directiva las dos fuerzas y esto hizo que el Colegio se desviara a ser prácticamente un organismo político que seguía las líneas de los partidos de oposición. Esa circunstancia fue fundamental para que su prestigio y fuerza moral se perdiera, hasta ser un organismo sin mayor presencia que no representa al gremio sino a una parte de este.

–Pero pareciera que ellos representan a ciertos empresas de medios de comunicación.

–Ellos nacen con el apoyo de algunos medios y, por supuesto, existe esa vinculación. Primero, es inocultable, y segundo, funciona.

–¿Qué diferencia hay entre la AVP y la actual CNP?

–Que había un deslinde inequívoco entre el gremio -la AVP y el CNP- y el Bloque de Prensa; entre la AVP y el CNP y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Hoy en día coinciden plenamente en el tema más importante del gremio, que es la libertad de prensa. Las posiciones del Colegio son la de la SIP y la del Bloque de Prensa. Nosotros no hablábamos de la libertad de prensa en función de la acción gubernamental, que por supuesto se veía y se denunciaba, sino del poder que ejercían los dueños de los medios sobre los periodistas y sobre los medios. Hoy no vemos ninguna opinión discrepante con los dueños de los medios.

–En aquella época, si ustedes hubieran tenido el apoyo de algún medio ¿hubieran sido mal vistos?

–Si, seguramente. Quizá ni lo hubiéramos buscado. Es posible que en alguna circunstancia El Nacional apoyó una candidatura como la de Héctor Mujica, pero eso se entendía por razones políticas porque ésta jugo por mucho años una posición de izquierda o de centro izquierda. Y como esta coincidía con la de un candidato lo favorecía dando un espacio con mayor generosidad, pero nadie lo vincularía con alguna empresa de medio.

–¿Cuáles son los problemas del periodismo venezolano actual?

–El problema más grave y trascendente del ejercicio de la profesión es su desapego de la ética profesional, en particular de algunas normas relacionadas con la verdad. Hoy en día las políticas editoriales de los medios son las que inciden en el ejercicio profesional de la mayoría de los periodistas de esos medios, porque están influidas de manera tan determinante por los intereses políticos y empresariales de los dueños de los medios.

Las coincidencias mediáticas en América latina

“Este fenómeno, que empezó en Venezuela hace 10 años, se ha venido extendiendo a otros países de América Latina. Ya se consiguen expresiones en los países que tienen gobiernos progresistas o de izquierda. En Brasil, Lula decía que le daba acidez la lectura de la prensa brasileña. Cristina Fernández, cuando Chávez la visitó recientemente, hizo críticas públicas a la prensa argentina. No creo que deba mencionar a Evo Morales y a Rafael Correa porque ellos han denunciado reiteradamente y con mucha firmeza”, sentencia Díaz Rangel mientras enfatiza con el movimiento de sus manos.

“En Honduras, cuando el presidente Manuel Zelaya anunció la consulta para reformar la Constitución, un hecho democrático para que el pueblo decida si o no, la mayoría de los medios acusó de un golpe de Estado. Pero esto también se hizo presente en dos países donde no están gobernando presidentes de izquierda como son México y Perú, donde todos los medios se pusieron en contra de Manuel López Obrador y a favor de Alan García, respectivamente. Es un fenómeno inédito en América Latina”.

–¿Por qué los medios le tienen adversión a los gobiernos de izquierda?

–Sin lugar a dudas es por la política de independencia frente a los Estados Unidos y de rescatar la soberanía, que no es tolerada por unos sectores de la política y de la economía que, tradicionalmente, después de la Primera Guerra Mundial, tienen una relación de dependencia con Washington. Y esto quedó demostrado con la creación de la Unasur, algo que años atrás era inconcebible, incluso pensarlo, y que una vez creada fue capaz de resolver el golpe de Estado que se estaba perpetrando en Bolivia en 2007. Así como el Grupo de Río reunido en Santo Domingo resuelve el conflicto entre Ecuador, Colombia y Venezuela. Además de la incorporación de los sectores populares, que antes sólo lo invitaban a votar, hoy en día tienen una participación que nunca tuvieron.


Raúl Cazal
Agencia Bolivariana de Noticias, ABN.
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26 de junio de 2009

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