...el fracaso material de su empresa de integración americana resulta hoy, desde la perspectiva secular, su mayor triunfo y su más incomparable título. Lo que pensó y lo que dijo sobre lo que él llamaba “la patria de los americanos” sigue teniendo el vallor planetario de una necesidad histórica. Podría decirse hoy, con más razón que nunca, que la disyuntiva para esta América no es otra cosa que realizar el proyecto bolivariano o resignarse al papel de comparsa en el drama del mundo.Si no fuera porque la revolución bolivariana ha retomado el discurso de la integración latinoamericana, las palabras de Úslar Pietri sonarían muy históricas, muy catedráticas, pero sobre todo, muy utópicas.
Hoy la integración tiene cara de solidaridad, un concepto que es difícil de entender porque lo normal, lo clásico, es dar y recibir en contante y sonante.
Este libro cayó en mis manos después de haber visto la puesta en escena de la obra teatral Monserrat. Al salir del teatro lo conseguí en un puesto de venta de libros de viejo. Lo adquirí sin muchas expectativas. Especialmente, porque intuía que me iba a encontrar con un pensamiento reaccionario, pero para mi sorpresa, guarda mucha sintonía con el proceso que hoy estamos viviendo en Venezuela.
Me vino a la mente este libro, porque cuando estaba camino al Metro de Colegio de Ingenieros, un barrendero le decía a otro mientras limpiaban la calle: “Nosotros podemos ser un país poderoso, gracias al petróleo, y podríamos dominar a otros.”
Sin lugar a dudas que todavía falta mucho por hacer. Especialmente si se sigue pensando desde el punto de vista de la dominación y no desde la liberación.
Por esto, traigo a colación el último texto de Úslar Pietri en el libro Bolívar hoy (1983). Es un discurso ante el extinto Congreso Nacional y seguro causará muchas ronchas a quienes predican el antibolivarianismo por el simple hecho de estar en contra del presidente Chávez:
Partamos al encuentro de Bolívar para que, puesto a nuestra cabeza, nos guíe y conduzca por entre el laberinto de asechanzas y riesgos que amenazan nuestro porvenir de nación.
Venezuela no puede ser un capítulo transitorio de la leyenda de la riqueza petrolera en el mundo, sino la realización plenaria de la obligación que contrajo irrevocablemnte con el destino el día en que floreció de su gente Simón Bolívar.
Así de grande y de ineludible es el compromiso de honor que adquirimos todos los días de nacer venezolanos.
Altos Magistrados Constitucionales de la República.
Ciudadanos Senadores.
Ciudadanos Diputados.
A las puertas de la Soberanía Nacional está el Libertador. ¡No lo hagamos esperar!
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