27.10.06

El totalitarismo de la democracia

Cada vez que se menciona la palabra “totalitarismo” algunas personas se asustan porque la primera imagen que le viene a la mente es Hitler (nazismo) o Mussolini (fascismo). Que sea, uno o el otro, eso dependerá de la gran cantidad de películas producidas por Hollywood que hayan consumido sobre la Segunda Guerra Mundial. Pero esto no queda allí, inmediatamente la relacionan con Stalin (comunismo) o Mao, Castro e inclusive Chávez. Por tanto, la conclusión, al parecer, se cae por su propio peso: Totalitarismo = Nazismo = Fascismo = Comunismo.

Es difícil hacer comprender a estas personas que la ecuación no es tan sencilla. Que lo que se nos ha instalado en nuestro pensamiento es la negación a pensar, a entender, lo que en realidad es a todas luces “totalitarismo” y que está incubado en lo que se ha denominado “democracia liberal”.
En los paquetes de té verde “Especias celestiales” figura una breve explicación de sus beneficios: “El té verde es una fuente natural de antioxidantes, que neutralizan las dañinas moléculas del cuerpo humano conocidas como radicales libres. Mediante la inhibición de los radicales libres, los antioxidantes ayudan a que el cuerpo mantenga su buena salud natural”. Mutatis mutandi, ¿no es la noción de totalitarismo uno de los principales antioxidantes ideológicos, cuya función ha sido durante toda su trayectoria la de inhibir los radicales libres y ayudar así al cuerpo social a mantener su buena salud política-ideológica?
La cita es tomada del inicio del libro ¿Quién dijo totalitarismo? Cinco intervenciones sobre el (mal) uso de una noción, de Slavoj Zizek, y provoca copiar más de un par de páginas para entender que lo que llaman “totalitarismo” a los sistemas que no son liberales, son unos totalitarios o totalitarias.
A lo largo de toda trayectoria, el “totalitarismo” ha sido una noción ideológica que ha apuntalado la compleja operación de “inhibir los radicales libres”, de garantizar la hegemonía demoliberal; ha permitido descalificar la crítica de izquierda a la democracia liberal como el revés, el “gemelo” de las dictaduras fascistas de derechas. Y es inútil tratar de redimir el “totalitarismo” mediante su división en subcategorías (poniendo el acento en las diferencias entre la modalidad fascista y la comunista). Desde el momento en que uno acepta la noción de “totalitarismo” queda inserto firmemente en el horizonte democrático liberal.
Durante la década de los años veinte del siglo pasado, Mussolini fue el primero que utilizó el término de “Estado total” “como una designación para la Italia fascista. No obstante, la noción de ‘totalitarismo’ fue eleborada por la crítica liberal”, acota el filósofo eslovenio Zizek.
Este libro pretende, pues, mostrar que la noción de totalitarismo, lejos de ser un concepto teórico efectivo, es una especie de subterfugio que, en lugar de permitirnos pensar, y obligarnos a adquirir una nueva visión de la realidad histórica que describe, nos descarga el deber de pensar e, incluso, nos impide activamente que pensemos.
Zizek nos invita a que no nos dejemos chantajear por el advenimiento de un nuevo holocausto a fin de que renunciemos a cualquier compromiso radical porque la defensa de los liberales es mantener el orden existente y cualquier intento de cambiar las cosas, para estos, es peligroso e inaceptable.
La afirmación neoliberal de que cualquier proyecto político emancipatorio desemboca finalmente en alguna de las versiones de la dominación y el control totalitarios. De esta forma, el liberalismo consigue asociar los nuevos fundamentalismos étnicos y (lo que queda de) los proyectos emancipatorios de la izquierda, como si estas dos realidades estuvieran “intimamente relacionadas” y fueran dos caras de la misma moneda, ya que ambas aspiran el “control total”… (esa combinación es la nueva forma de la vieja noción liberal de que el fascismo y el comunismo son dos formas de la misma degeneración “totalitaria” de la democracia).

13 comentarios:

Pablo Siris Seade dijo...

muy buen análisis. y no se trata de defender visiones totalitarias, sino que ninguna lo sea.

Raúl Cazal dijo...

Pablo, habría que ver qué es lo que defiendes.

!Ya no más!, no entiendo cómo te puede parecer bueno este artículo, porque contradice todo lo que piensas y colocas en tu blog.

Anónimo dijo...

Pablo es un jala bolas

steppenwolf dijo...

Claro que la democracia liberal actúa como dices contra los totalitarismos, porque kantianamente tenemos principios y valores no mutables, los derechos naturales del hombre, y aquellos que atacan esos derechos naturales no deben ser permitidos dentro de la democracia liberal, todo es discutible, menos los ddhh la vida, propiedad etc... eso es lo que los totalitarios no entienden y pueden saltarc para imponer su cosmovisión a los demás sean mayoría o primera minoría..."Este es el mayor peligro que hoy amenaza a la civilización: la estatifícación de la vida, el intervencionismo del Estado, la absorción de toda espontaneidad social por el Estado; es decir, la anulación de la espontaneidad histórica, que en definitiva sostiene, nutre y empuja los destinos humanos...¿Cómo no temer que bajo el imperio de las masas se encargue el Estado de aplastar la independencia del individuo, del grupo, y agostar así definitivamente el porvenir?" José Ortega y Gasset lo entendió muy bien

Raúl Cazal dijo...

Tienes razón, Steppenwolf. El liberalismo es el derecho natural. ¿No te parece eso totalitario, donde el pez más grande se come al más pequeño? Ahí no importan los derechos del más débil.

Pero has traído las ideas vetustas de Ortega y Gasset para una discusión un tanto más de estos tiempos.

Cuando quieras hablamos sobre las masas y en ese terreno te echo a Elías Canetti.

Anónimo dijo...

¡qué arrogante!
Quisieras tú tener la décima parte del talento y la cultura de Ortega!

Raúl Cazal dijo...

Uno más de la masa anónima que defiende a Ortega. Qué paradógico, ¿no?

Anónimo dijo...

Paradójico es tu apócrifo "paradógico": menos criticar a Ortega y más estudiar ortografía

Raúl Cazal dijo...

Lo siento, Anónimo. No lo vuelvo a hacer.

Pero ya que te has ido por las ramas y sabes tanto de ortografía, ¿cómo se conjuga el verbo "abolir"?

Anónimo dijo...

No sólo sé conjugar el verbo abolir, sino que también sé usar la página web de la Real Academia Española, esa institución que publica unos libros de morfología y sintaxis que te vendrían muy bien estudiar antes de ponerte a criticar a Ortega y Gasset como si estuvieras por encima de su pensamiento (más allá de toda "paradóga").
"Abolir", un verbo que le gusta tanto a tu comandante, que quiere aplicárselo a todas las instituciones democráticas de Venezuela. Quizá por eso se te vino a la cabeza, no porque fuera difícil de conjugar...
Toma, para que aprendas un poco:

Infinitivo

abolir
Participio

abolido
Gerundio

aboliendo

INDICATIVO SUBJUNTIVO
Presente

abolís
abolimos
abolís /
Futuro simple o Futuro

aboliré
abolirás
abolirá
aboliremos
aboliréis / abolirán
abolirán


Pretérito imperfecto o Copretérito

abolía
abolías
abolía
abolíamos
abolíais / abolían
abolían

Condicional simple o Pospretérito

aboliría
abolirías
aboliría
aboliríamos
aboliríais / abolirían
abolirían

Pretérito imperfecto o Pretérito

aboliera o aboliese
abolieras o abolieses
aboliera o aboliese
aboliéramos o aboliésemos
abolierais o abolieseis / abolieran o aboliesen
abolieran o aboliesen


Pretérito perfecto simple o Pretérito

abolí
aboliste
abolió
abolimos
abolisteis / abolieron
abolieron

Futuro simple o Futuro

aboliere
abolieres
aboliere
aboliéremos
aboliereis / abolieren
abolieren


IMPERATIVO
abolí (vos)

Raúl Cazal dijo...

Seguro, Anónimo. Es que copiando del rae.es y pegando en El club Dimas, nadie se equivoca. Sería el colmo.

Como me he percatado que eres bueno en eso de copiar y pegar, te iba a solicitar que me indicaras en dónde es que critico a Ortega y Gasset, porque he releído lo que he escrito y, realmente, creo que estás viendo fantasmas.

Bueno, es normal que veas fantasmas, de otra manera no serías Anónimo. Así que no te voy a dar mas trabajo, me da mucha pena con usted. Creo que tiene bastante qué hacer, con el DRAE en mano, en la blogosfera, a no ser que sólo se increpe contra los que no son antichavistas.

Realmente ha sido un verdadero placer recibir sus aleccionadores consejos sobre ortografía, aunque tengas un pasticho mental.

Para la próxima vez, lea bien y será bienvenido. Sólo tiene que anunciarse, incluso como Anónimo.

Anónimo dijo...

Dices en tu respuesta a steppenwolf: "Pero has traído las ideas vetustas de Ortega y Gasset para una discusión un tanto más de estos tiempos." Vetusto es tu pensamiento, chico, cuando vetustos deberían ser tus conocimientos gramaticales. Antes de despachar el pensamiento de quien sí se formó y sí desarrolló un pensamiento profundo (y sorprendentemente actual), debes prepararte en los asuntos elementales de la lengua. Y pobre de ti si crees que buena ortografía, pensamiento coherente y juicio profundo están separados. Más pasar por rae.es y otros sitios que urgen tu atención y estudio y menos aporrea, vtv y diario vea (esos pozos de brutalidad fanática), que el camión de ignorancia que llevas en la cabeza es candanga...

Raúl Cazal dijo...

Anónimo, tu intolerancia política y desprecio hacia quienes cometemos errores ortográficos anula prácticamente tu buenos oficios en pro de la lengua.

Lo que si no voy a ocultar es mi satisfacción porque alguien cayó en la provocación, a pesar de haber pisado yo la cáscara de la ortografía. Y eso que me la paso con aquello de la etimología de las palabras, pero bueno.

Supongo que si, mis conocimientos deberían ser vetustos en materia de la lengua. Pero realmente este comentario tuyo es toda una revelación porque nunca sospeché que la palabra “vetusta“ sea una crítica. Tan sólo dije que había otras ideas para compartir y que podríamos discutirlo a posteriori. Es más, no entiendo por qué hablar de Ortega y Gasset si estoy hablando de Slavoj Zizek. Al parecer en la blogosfera existe la mala costumbre de no comentar sobre lo que se ha escrito. Aunque el comentario de steppenwolf estaba más o menos encaminado sobre el tema, pero no era sobre eso que quería discutir, “por ahora”.

Es más, las ideas de Elías Canetti sobre las masas, además, son contemporáneas a las de Ortega y Gasset. Inclusive, las escribió unas décadas antes. Como que no te percatastes de eso por andar pendiente de la ortografía. Pero vale el reclamo y no te culpo.

Según tu criterio –es lo que llego a interpretar, recuerda que soy un ignorante– no debería pensar, ni escribir hasta que haya hecho lo propio con el mataburros. Disculpa que no te haga caso, es que me puedo perder muchas cosas de la vida y estar tanto tiempo en silencio no es bueno para mi salud.

Anónimo, déjame decirte que estoy de acuerdo contigo con que buena ortografía y pensamiento coherente no deben estar separados. Lo que si no comparto aquello del “juicio profundo”. Mi abuela Emi, que era analfabeta, pero bilingüe (guaraní-español), tenía juicio profundo, según mi criterio. Seguramente usted me llevará la contraria.

Como se ha demostrado hasta aquí, no se defenderme, así que voy a terminar esto con una cita de Augusto Monterroso:

“En algún lugar de la página 45 falta una coma, por voluntad consciente o incosciente del linotipista de turno que dejó de ponerla ese día, a esa hora, en esa máquina; cualquier desequilibrio que este error ocasione al mundo es responsabilidad suya.” (“Fe de erratas y advertencia final”, en Movimiento perpetuo, Seix Barral,Barcelona, España, 1983).

En este caso, no hay fe de erratas porque el linotipista hace un buen tiempo que desapareció, digo, la profesión. Así que la culpa de los errores son exclusivamente del administrador de El club Dimas.